En el último
siglo se ha producido un considerable avance en el mundo de la medicina. Uno de
ellos es el diagnóstico de enfermedades o lesiones en el cuerpo humano.
Antes del
descubrimiento de los “Rayos X”, las enfermedades solo se conocían por sus
síntomas o por suposiciones de los médicos, pero no se sabían con total
seguridad. A finales del siglo XIX, un físico alemán llamado Wilhelm Röntgen descubrió
una determinada radiación que era capaz de plasmar formas en las placas
fotográficas, como los huesos.
Antiguamente
las fotografías se tomaban con placas que estaban cubiertas de una sustancia
que reaccionaba en contacto con la luz y quedaba una imagen en ella. Un día, el
ayudante de Röntgen veló una placa fotográfica que había dejado en el interior
de un cajón bajo una tela negra para que no captara luz. El científico se
preguntó cómo era posible que esa placa se hubiera velado si había estado tan
bien protegida, y llegó a la conclusión de que el causante de esto fue un
experimento que había dejado encima de la mesa y que emitía un tipo de
radiación, a la que llamó “Rayos X”, por ser “x” la incógnita en matemáticas.
Esa radiación habría atravesado la madera de la mesa hasta la placa fotográfica
en la que se había plasmado la imagen de un objeto que había en el cajón. Röntgen
hizo experimentos como exponer la mano de su esposa a la radiación para ver
cuál sería el resultado: la placa fotográfica mostró los huesos de la mano y el
anillo que llevaba en un dedo, tal como se muestra en la imagen. Éste fue el
primer diagnóstico por imagen del mundo y fue empleado, sobre todo, en la
Primera y Segunda Guerra Mundial para curar a los lisiados y para prevenir
enfermedades.
Hoy en día
no se utilizan placas fotográficas como las de aquellos tiempos, sino placas de
polivinilo, más manejables y seguras.
A partir de
este primer diagnóstico por imagen se desarrollaron nuevas técnicas según se
iba avanzando en otros campos científicos, como la resonancia magnética nuclear. Esto
requiere el empleo de la física cuántica. Según esta, los núcleos atómicos que
componen el cuerpo giran sobre sí mismos sobre un eje llamado espín, que crea campos magnéticos, y sobre otro eje llamado eje de precesión, asemejándose a los movimientos de rotación y
traslación de la Tierra. La dirección de rotación de cada núcleo atómico es
aleatoria. La resonancia consiste en someter
al cuerpo a campos magnéticos (ondas de radio) que hace que los núcleos
atómicos giren todos en la misma dirección. En el proceso de vuelta a la calma
de esos núcleos atómicos se registra su actividad en un ordenador que la
transforma en imágenes muy nítidas. Para conseguir las imágenes, se mete al
paciente en una especie de tubo alargado cerrado.
Un derivado de la resonancia magnética es la angioresonancia, que consiste en introducir un líquido de contraste en la sangre a través de las venas. Cuando se aplica la resonancia, el líquido se vuelve de un color blanquecino y hace más nítidas las imágenes.
Otro diagnóstico por imagen empleado es el TAC, siglas de “Tomografía Axial Computerizada”. Es uno de los métodos más fiables y completos para obtener imágenes de una determinada parte del cuerpo. Se practica en una especie de arco (tomógrafo) que lleva incorporado un tubo de Rayos X y los detectores que captan esos rayos. Se introduce al paciente en el tomógrafo y comienzan a girar el tubo y los detectores, obteniendo imágenes cada pocos milímetros de la región estudiada. Esas imágenes son recogidas por un ordenador (de ahí el término computerizada), y el médico puede analizarlas.
Existe una
función del TAC aplicada a la zona del colon. Esto se llama “Colonoscopia
virtual” y es mucho más cómodo y menos doloroso para el paciente. En la
colonoscopia tradicional se introducía un tubo con una cámara por el ano y se
recorría el intestino grueso hasta llegar a la zona afectada. Esto requería
mucha preparación y molestias. En la colonoscopia virtual no hace falta tanta
preparación. El paciente se introduce en el tomógrafo y se inicia el proceso de
TAC. Se obtienen imágenes en color y en 3D que posteriormente serán analizadas
por el doctor. Además, permite ver las paredes externas del intestino, cosa que
no se podía hacer en la colonoscopia tradicional, aunque en la virtual el
paciente se expone a los rayos X.
Otro método es el PET (Tomografía de Emisión de Positrones). Esta técnica consiste en introducir sustancias radiactivas en el cuerpo del paciente, sin ser esta sustancia perjudicial para la persona, por supuesto. Suele inyectarse un isótopo de la glucosa. Después, se mete al paciente en un aparato parecido al tomógrafo empleado en el TAC. De aquí se obtienen imágenes en color en función del grado de actividad de los positrones, que son las partículas elementales de carga positiva que desprenden las sustancias radiactivas introducidas en el cuerpo. Con esta técnica se pueden detectar enfermedades mentales, pero es un método muy caro.
Continuamos
con la Cámara Termográfica. Es muy sencillo de entender. Es un aparato que
detecta el calor y del que se obtienen imágenes en color: los tonos rojizos
representan las zonas más calientes o activas y los azulados las zonas más
frías o menos activas. Se utiliza sobre todo para detectar el cáncer de mama.
Por último, tenemos la Densitometría Ósea, que mide la densidad de los huesos en busca de pérdidas de minerales o el debilitamiento de estos. Consiste en aplicar dosis bajas de rayos X en la zona estudiada y salen imágenes en color. Se utiliza sobre todo para estudiar la cadera, ya que es la zona que más se debilita en la vejez, y también para detectar osteoporosis, especialmente en las mujeres menopáusicas.